Conducto endolinfático

Tras descubrir los secretos de la cóclea, el nervio auditivo, las células ciliadas y el tímpano llega la hora de conocer el conducto endolinfático, la vía mediante el que el sistema endolinfático viaja hasta llegar al espacio epidural, cuando llega a un saco ciego llamado saco endolinfático. Se trata de un conducto se haya en el oído interno, es decir, en el interior del hueso temporal que contiene los órganos auditivos y del equilibrio.

El conducto endolinfático es una prolongación tubular que se encuentra en el laberinto membranoso del oído que pasa por el acueducto del vestíbulo y llega hasta la cavidad craneal, donde finaliza su recorrido en la membrana duramadre, situado en el fondo del saco endolinfático.

¿De qué se compone el conducto endolinfático?

Este conducto, que se origina en la parte posterior del sáculo, está compuesto de diversas estructuras, las cuales podrían intervenir en la producción del líquido linfático.

Las células de la superficie de este conducto son similares las que recubre diversas regiones no especializadas que se encuentran en el laberinto membranoso. Existen diversos tipos. Por una parte, se hallan las células oscuras del utrículo y los conductos semicirculares membranosos. También se pueden distinguir diversas células cilíndricas del plano semilunar y células especializadas y vasos sanguíneos de la estría vascular del conducto coclear.

La endolinfa, el líquido del conducto endolinfático

La endolinfa, que pasa por el conducto endolinfático y se integra dentro del laberinto membranoso, cuenta con una composición parecía al líquido intercelular en lo que respecta al contenido iónico. Se trata de un líquido rico en potasio y bajo en sodio. Pese a que se acepta considerar a la endolinfa como una forma de secreción, por el momento no se conoce su origen exacto.

La endolinfa penetra en el conducto endolinfático y circula antes de ser retirada por las células epiteliales, las cuales se encuentran en el saco, quienes transportarán la endolinfa al plexo vascular circundante.

Este líquido cubre todas y cada una de las cavidades del laberinto membranoso. Estas cavidades no están en contacto, al menos en la extensión de su superficie exterior, la cavidad ósea que protege y contiene este tejido. Entre la superficie interior del laberinto y las formaciones blandas del laberinto membranoso se extiende la segunda capa líquida, la denominada perilinfa. Tanto la endolinfa como la perilinfa constituyen los denominados líquidos del oído interno.

Por lo tanto, el conducto endolinfático es el encargado de que la endolinfa transcurra por el oído interno sin ningún problema y pueda así cumplir su función. Esta prolongación tubular, que se encuentra en el laberinto membranoso del oído se convierte en vital para que el proceso auditivo transcurra como es debido.

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